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GRÂNDOLA LITERARIA DE JOSÉ ALFONSO ROMERO P.SEGUIN

METAMORFOSIS

METAMORFOSIS
Aún no eran las nueve, hora de la cita, y ya éramos todos horas sonadas frente a la puerta. Hablamos alto, buscando desoír el enojoso zumbido del desasosiego a que aboca la disputa.
A eso de las diez cedió el blanco portón de la productora, y en el reflejo de esa falsa inocencia caímos todos culpables y en natural desorden en una amplia sala de espera. Fijos los ojos en el fondo del pasillo por el que se perdía una nube de agentes acompañados por el director y el productor de la obra, en esa sana armonía que facilita el reconocerse, ellos sí, cada uno en su papel.
Nos sentamos todos los que pudimos, algunos ante semejante trance no pueden nunca, aún cuando sobran las sillas.
Mi representante me había animado a acudir a la prueba en el convencimiento de que los estragos de la edad y los pésimos tragos a que me empujaba el fracaso me conferían cierta legitimidad, cuando menos anatómica, para encarnar al protagonista.
A media mañana, uno de nosotros, ignoro cuál, alzó las posaderas de la silla y se inclinó sobre la mesa donde descansaban un puñado de manoseadas revistas de teatro. Fue en ese instante cuando lo oímos caer, con el sonido justo, ni grave ni agudo. Una vez panza arriba, se quedó inmóvil, como muerto, sus extremidades encogidas y expectantes. Para a continuación comenzar a moverlas lentamente, con sumo cuidado, en un gesto propio de quien indaga tratando de comprender su situación, y busca para ello referencias ciertas que refuten lo incierto de la misma.
A esa secuencia de sutil exploración siguió otra en la que los movimientos de sus extremidades se tornaron bruscos y descoordinados. Y a esa segunda, una tercera, más corta y abrupta, marcada por el más certero de los desequilibrios, el de la angustia: series de giros rápidos y bruscos movimientos oscilantes del cuerpo, los propios de quien se sabe al revés y busca hallarse, lejos ya de la razón, en la azarosa inercia de la fuerza.
La representación se desenvolvía magnífica. Muchos, por pura envidia, yo entre ellos, lo mirábamos con indiferencia, mientras que otros, de la mano de esa misma inclinación, buscaban ignorarlo. No queríamos saber de lo que era capaz. Sin embargo, no todos habitamos aún en esa cruel indiferencia a que obliga la experiencia. La sangre se renueva en la no menos perversa ingenuidad del principiante. Prueba de ello es que un actor joven, concretamente el que se hallaba sentado a mi derecha, contemplaba la escena con suma atención. No había duda, también a él se le antojaba insuperable. Sin embargo, él como todos los demás percibía que tal reconocimiento conduce inevitablemente al desaliento. Por ello no crecía en su rostro el plácido gesto de la admiración sino el agrio rictus de la ira. Y en esa voluntad se levantó decidido y lo pisó con fuerza. Sin dejar de mirarnos desafiante, dejando claro que no admitía reproches. Nadie se los hizo. El cuerpo de escarabajo, en respuesta, crujió leve y húmedo, dejando en el suelo una mancha negruzca y confusa, incapaz de apagar el sonoro zapatazo con que lo había aplastado.
Desconocía el aspirante que un escarabajo jamás va a representar a un escarabajo, pues así lo dispuso Kafka, en el convencimiento de que sólo representándolo un hombre adquiriría éste sentido. No había, por tanto, y a pesar de su talento, peligro de que pudiera robarnos el papel. Pero quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra, yo a su edad había aplastado con la misma fuerza y rabia una mosca que, posada sobre una sucia cristalera, interpretaba magistral, en el aburrido ritual de asearse la cabeza, la desesperanza del joven príncipe Hamlet.
No consegui el papel, pero aprendí que no es tanto lo que hagas o cómo lo hagas, que el secreto está en acertar a ser el insecto que ha imaginado el director para representar al hombre que hay en todo personaje.
José Romero P.Seguín.
(Públicado Diario de Arosa)


10 comentarios

José Alfonso Romero P..Seguín -

Gracias amiga por tan sabias palabras, por tu atinado indagar en el fondo de las palabras.
Recibe un fraternal abrazo.

Antonia Sánchez -

"No consegui el papel, pero aprendí que no es tanto lo que hagas o cómo lo hagas, que el secreto está en acertar a ser el insecto que ha imaginado el director para representar al hombre que hay en todo personaje"

Ese análisis minucioso del alma , la del autor, la de que el autor quiere transmitir a través de su hombre convertido en escarabajo, el sentir de ese ser que por supuesto no podía ser representado por un escarabajo si no, no sentiríamos sel dolor del hombre.
Magnífico el análisis de ese actor joven y de los maduros actores cuya visión no puede ser sino esa, alejada del joven. Una escena, cuyo análisis podría haber gustado a Kafka, estoy segura.
Genial!

José Alfonso Romero P.Seguín -

Habrá que disculpar al coleccionista, la tentación de la belleza es ciertamente seductora.
Gracias por tu relato y tu tiempo.
Soy gallego, por cuestiones geográficas y genéticas, hago está aclaración, idiota, porque hoy por hoy hay muchos que parecen ser ellos quienes dan carácter al paisaje.
Recibe un fraternal abrazo.

Isoba -

Un día quise convertirme en mariposa para volar con el viento, alto, muy alto. Tener grandes alas de llamativos colores para ser libre, lejos del suelo que a diario pisaban mis pies humanos.

Gocé de la libertad hasta que fui atrapada. Alguien atravesó mi cuerpo con un alfiler y me encerró dentro de un cuadro. Soy un trofeo más de una colección de mariposas.
Te dejo este microcuento..., no sé tu escrito me recordó mi época de mis microcuentos sobre "metamorfosis".

¿Eres gallego?

Recibe un cordial saludo

José Alfonso Romero P.Seguín -

Hola Toni, como no ser Kafkiano en un mundo desgarrado de complicada simplicidad.
Hermosas palabras las tuyas.
Recibe un fraternal saludo.

José Alfonso Romero P.Seguín -

Estimada Soledad, agradezco infinitamente tus palabras y el impagable regalo de tu tiempo.
Tus sentimientos entorno a mis escritos los enriquecen y completan.
Estoy contigo en que la vida tiene algo de azar, tal vez sólo porque siendo tan nuestra se ve supeditada a una pluralidad que sin ser infinita lo semeja, y en ese infinito imperfecto hemos de hallar ese lugar que ellos quieran ofrecerte.
Gracias.
Recibe un fraternal saludo.

Antonio -

Muy bueno, genial, revisitamos a Kafka, siempre necesario. Me encanta ese final reflexivo y laberíntico.
un abrazo

Soledad -

Recién he comenzado a leer sus obras y es una senda poblada de realismo, fluidez de texto y pensamiento, siento un toque de existencialismo.
Con relación a Metamorfosis me ha encantado . Comento y es mi opinión que acertar es como suerte , tómbola de la vida, otros dirían o lo llamarían destino. Saludos.

José Alfonso Romero P.Seguín -

Te agradezco infinitamente el que me regales tu tiempo y también lo cariño de tu comentario. Decirte sólo que me llena de consuelo y en esa conciencia te lo agradezco.
Recibe un fraternal abrazo.

Pilar Ana -

Estoy leyendo tus textos, y cada vez me gusta más hacerlo. Hallo que nuestras opiniones no son tan desiguales. Muchos cariños, José.