JUEGO DE ESPEJOS

Dios, ese Cristo me mira,
sé que con compasión,
pero me mira,
y yo, Dios,
no soy capaz
de sostenerle la mirada
a ningún Cristo,
porque yo, Dios,
yo,
soy él.
¡Dios, Dios!,
él,
¿me escuchas?,
¿me oyes?,
¿me entiendes?
¡Dios!,
¿estás ahí?
Te digo a ti,
que no me miras,
que no me escuchas,
que no me quieres
por hijo.
A ti, sí,
a ti,
Dios,
que has permitido
que ese Cristo me mire
con compasión,
en la sombra
de mi imagen
al fondo de este sucio
espejo de estación.
Dios,
te digo que soy Cristo,
y tú callas,
la cruz es tu respuesta,
lo sé.
Dios, tu silencio
se hace pedernal
en los desazogados espejos
de las sucias estaciones,
pero yo sé que tú sabes,
que no miento,
que yo soy
él,
mirándome con compasión
en esta hora impar
del calendario solar.
Yo Dios, yo,
soy también él,
pero,
¿tú eres acaso tú?
El silencio denuncia tu ausencia,
el dolor te niega,
la pena te difumina,
la alegría te desmemoria,
la sangre te ignora,
la razón te discute.
Estás solo,
frente a frente con la fe
y tu rebaño de pastores.
Mientras,
los templos vacíos
dan solo testimonio
del hombre,
del Cristo,
de mí,
sí, también de mí,
aun aquí,
ante este sucio espejo
de estación.
6 comentarios
José Alfonso Romero P..Seguín -
El hastío, el asco, son infinitos frente al siempre escaso amor que nos profesamos, y ahí habita Cristo y ahí también la huella de ese dios muñidor de cristos y culpas con el que nos socorremos en la hora de soportarnos.
Magnífico poema amigo, como todos los tuyos, desgarrado y abierto como lo es la vieja tumba que se abre todos los días en la tierra viva y a vivos golpes de azadón.
Escribes con esa certera víscera que es la razón descarnada, por ello este estremecimiento al leerte, por eso esa viva desazón, por ello está fascinación que no culmina en la estúpida alegría sino en la dura mueca con que adorna su faz la lucidez.
Todo un regalo tu presencia y tu poema que te agradezco de sinceramente.
Recibe un fraternal saludo.
John -
Dios reprendió a Jonás por disgustarse e irritarse
porque Dios tuvo lástima de
"más de ciento veinte mil personas que no distinguen
su derecha de su izquierda."
Libro de Jonás, Antiguo Testamento (4,1-11)
Tú
que llevas ahí colgado
desde tu juventud,
Tú
que has sido portado por la ineptitud,
por los individuos más ineptos,
inútiles en sostener siquiera
la sombra de lo que fuíste
en una rama de palabras,
en un dibujo,
dejándome como decorado
compañía de toda soledad
en cada habitación de hostal
de este país moribundo
esa estúpida mancha en la pared,
más similar
a un patricio sodomita
que al mártir elocuente
que pereció delirante
en la cruz de la humanidad.
Tú
que llevas colgado
de esa anacrónica tortura humana
dos mil años por voluntad propia
y pretendes aún seguir escuchando,
Tú
que careces de rostro
y te entregaste
entregaste tu carne
entregaste tu nombre
entregaste tu sangre
a una labor
que convirtieron en causa
los mayores traidores
mismos que desde entonces
dedican su excusa
para dar nombre a la traición,
Tú
que fuíste mortal
y fuíste el mejor de los mortales
en la verdadera medida de la Eternidad
y el odio al Padre,
Tú
que nos otorgaste la única virtud
de la que el hombre ha comprendido
generosidad para desprenderse,
en esta esclavitud de ser humano que me has dado,
Tú debes ser el único capaz de entender.
Díme
una vez alcanzado por el fracaso
una vez ya no hay vuelta atrás
y tu vida se ha tornado un retorno
de todo lo peor ya vivido
y tan sólo encuentras dicha
en la mirada de los más desdichados
y tus pasos se vuelven más largos
y el camino se vuelve más corto
cuando percibes como perfúmenes
los hedores de la podredumbre
y sólo encuentras lugar
entre las alimañas y las bestias nocturnas
y deshacerse de la vanidad caníbal
que mantiene aún compactas estas carnes blandas
se propone una idea tan fría
como la solución terminal que los neones anuncian
al final de la carretera
díme,
¿está el cobarde libre de culpa?,
pues si en cada curva de esta pendiente
recibo un nuevo golpe de látigo
para arrastrar todo lo inútil que he sido
bajo el vituperio de la muchedumbre
y es la mirada enemiga
la única que encuentro
detrás de cada curva
no soy yo, señor
cuando me doblego y te maldigo masticando tierra
para mitigar el dolor
es la cólera
no es herejía, señor
es miedo a no poder levantarme
es cobardía, señor
a no poder cumplir entera la penitencia.
¿No se consuma así entonces el ministerio del castigo
cuyo favor consiste en reparar
la degradación atentada?,
¿no es así, señor...?.
Podría ser así,
es esa la ley el dolor la pérdida...
¿Cuánto más bajo ha de caer un hombre?,
¿cuánto más ha de poder arrebatársele?,
¿cuán profundo ha de ser el agujero en el estómago
para escuchar una respuesta...?.
¿Por qué no me dices nada?,
¿necesitas un cuerpo, una boca, tus manos, tus agujeros, para hablar?.
¿Quién ha de creer en quién?.
¿He de engendrarte yo de nuevo para escuchar tu voz
o mi propia respuesta será suficiente
si es una respuesta cruel?.
Antonia -
Y sigo diciendote que tú nunca hablarás solo como escribió Machado, mientras sientas lo que sientes y lo transmitas como tú lo haces, esas palabras alcanzan. Y aunque Dios no exista, no todo está perdido, yo lo veo en cada instante.
Ese Machado, tú...ninguno habló a la nada.
Besos!!
Y
José Alfonso Romero P..Seguín -
José Alfonso Romero P..Seguín -
En ese tú respuesta es la única que existe se resume sin duda la esencia del poema, le grito a dios para romper la fatalidad de ese espejo y sentirme entero.
De la ausencia de dios nace la libertad y también la terrible obviedad de nuestra fragilidad, de nuestra limitada capacidad de entendimiento. Dios es incomprensible por la sencilla razón que lo hemos construido con toda la mala fe de que hace gala quien construye un laberinto de horror en el que extraviar los horrores de su responsabilidad delegada.
Gracias por pasarte por aquí y por tan inteligente reflexión.
Recibe un fraternal abrazo.
Antonia Sánchez -
Tú,cuyo silencio te descubre su ausencia sabes por qué nó contesta, lo sabes perfectamente,tu respuesta es la única que existe.